Y sin darnos cuenta llegamos a la mitad de nuestra experiencia. Parece ayer cuando llegamos a la isla, con tantas ganas como miedos al estar en un lugar lejos de tu hogar, familia y amigos. Al llegar este punto es cuando nos damos cuenta cuanto hemos evolucionado: me he convertido en un súper chef de andar por casa, no me pierdo al coger el bus (sin utilizar GoogleMaps) y me he dado cuenta de que el orden es importante.
Comencé esta semana sabiendo que iba a ser de cambios. En primer lugar el lunes era el último día de trabajo de mis dos compañeros españoles de prácticas, lo que significaba que todo el trabajo que mandaban antes a los tres, ahora recaía en solo una persona, YO. Por lo que el martes me llene de energía para ir a trabajar, cogí el bus antes de lo normal, y llegue a la empresa bastante tiempo antes. Hice las tareas iniciales como siempre, y el día curiosamente transcurrió con más tranquilidad de lo normal. Por un momento pensé que en la empresa iban a ser compasivos, e iban a intentar mandar menos tareas de lo normal, pero eso fue un simple espejismo.
Al día siguiente me levante con un poco menos de energías, ya que una de nuestras compañeras de apartamento tenía unos cuantos problemas de mosquitos que solucionamos a las 2 de la mañana. Llegue a la empresa puntual, y todo parecía que iba a ser un día como el anterior, con tareas, pero sin ser excesivas hasta que llegó la noticia de mi “ascenso”. Decidieron cambiarme de lugar de trabajo, me adjudicaron un gran escritorio, con ordenador, portátil y un gran sillón que vale tanto como para trabajar como para dormirte la siesta si lo necesitases. Me sentía muy motivado en ese momento, organice mi escritorio y me lance a ayudar a los empleados de la empresa. No paraban de mandarme cosas, y yo las hacía en tiempo record (o por lo menos esa era mi impresión) deseando que me llegase la siguiente tarea. Ese día acabe agotado, salí mas tarde de trabajar por organizar tareas del día siguiente, perdí dos buses y llegue una hora más tarde de lo normal a casa, pero aun así no podía evitar estar feliz por esta puesto nuevo que tenía en la oficina. Y por si fuera poco mi padre me aviso de que esa noche jugaba el Atleti la final de la Europa League, y yo sin acordarme (Malta hace que te olvides hasta del futbol). Gano el Atleti 3-0 y no pude evitar echar de menos vivir estos momentos junto a mi padre en Madrid. Y así termino uno de mis mejores días aquí en la isla.
Y llegamos al jueves y viernes, que no tenían por qué ser diferentes al resto de ellos, pero esta semana sí. Llegue a la empresa y todos vinieron vestidos informal, algo que me extraño muchísimo, y al preguntar a uno de mis mentores me lo explico con dos palabras: “Cleaning Day” yo asentí ingenuo de lo que significaba y solo pensé en que si lo hubiese sabido antes me hubiese puesto la camiseta del Atleti. Llegaron a la empresa dos grandes furgonetas llenas de cajas con documentos para destruir, y se llevaron más cajas de la empresa al garaje ya que no se utilizaban, lo que se conoce como archivo histórico. Simplemente me dedique a ayudar al resto de empleados a mover esos archivos, y cuando podía hacia mi resto de tareas normales. Fue un día más duro del que parece al leerlo, pero necesario. Por suerte el jefe invito a comer ambos días y a batidos, asique algo bueno tuvo el día. Ahora ya sabía lo que significaba leasing Day y no quería más durante mi estancia aquí.
No estaba siendo la mejor semana en relación a lo climatológico, pero teníamos esperanzas de poder ir a alguna playa durante el fin de, algo que las pequeñas lluvias y las nubes no nos dejaron hace. Pero en cambio el sábado comimos todos en casa de Marta, que tristemente se tenía que marchar el domingo a España para ser operada del dedo. Se puso en práctica todo lo aprendido durante este mes y medio de cocina, y el resultado fue delicioso.
Luego por la tarde marchamos en busca de un lugar para tomar café o un dulce de postre o merienda. Tardamos casi dos horas en encontrarlo (si somos muy exquisitos) y ya allí disfrutamos de este manjar lleno de calorías sanas y saludables.
En resumidas cuentas ha sido una gran semana, incluso me atrevería a decir que una semana necesaria para afrontar lo que resta de estancia. Aire nuevo en la empresa y buenos momentos con los amigos, sin duda una experiencia inolvidable. Y ahora… ¡A SEGUIR VIVIENDOLA!